Categoría: Por autor

Diccionario visual de términos arquitectónicos

Diccionario visual de términos arquitectónicosToparse con un diccionario en una sección de lecturas recomenadas puede extrañar a más de uno y con razón, pero el que tenemos hoy entre manos bien lo vale. Obra de referencia para cualquier estudiante de historia del arte, el Diccionario Visual de Términos Arquitectónicos de Cátedra resulta simplemente magnífico y al alcance de todo interesado en saber más sobre arquitectura, desde la persona con conocimiento nulo en el tema al entendido o profesional.

Esta amplitud divulgativa la logra gracias a múltiples ilustraciones (fotografías, infografías y dibujos) sobre los términos en cuestión, que van acompañadas de textos breves pero completos y de gran claridad expositiva. Coordinado por Lorenzo de la Plaza Escudero, combina el conocimiento práctico y directo con explicaciones muy interesantes, que recogen apuntes históricos sobre los elementos y traducción de los términos al inglés y francés. En abril del 2012 se realizó una nueva edición, la que recomendamos aquí por haber ampliado en más de 1.000 voces la anterior.

En vistas del éxito obtenido con este diccionario, Cátedra ha sacado al mercado una versión simplificada y de dimensiones reducidas, el Pequeño Diccionario Visual de Términos Arquitectónicos, del que seguro se enamorará cualquier viajero interesado en el tema, ya que permite conocer los elementos arquitectónicos de los monumentos visitados in situ y sin tener que deslomarse llevándolo arriba y abajo.

A continuación, un par de varias láminas incluidas en la versión completa. Para ampliarlas, haced click sobre la imagen:

Arcos Capiteles

Diccionario visual de términos arquitectónicos
Coordinador: Lorenzo de la Plaza Escudero
Editorial: Cátedra
Número de páginas: 656

Jim Morrison: The Lords & The New Creatures

Jim Morrison

Jim Morrison y su corderito en el controvertido concierto de Miami en 1969, año en que The Lords & The New Creatures verá la luz

«Urge to come to terms with the «Outside», by
absorbing, interiorizing it. I won’t come out,
you must come in to me. Into my womb-garden
where I peer out. Where I can construct a universe
within the skull, to rival the real».*

Que Jim Morrison era un encantador de serpientes en el escenario, lo sabemos todos. Su poesía, en cambio, se ha transformado en tierra de nadie desde su muerte: el cantante, mejor dicho, el mito (del rock’n’roll psicodélico, de lo rebelde, del erotismo oscuro) sigue eclipsando al poeta. Aprovechando que este domingo 8 de diciembre será su cumpleaños, hoy lo celebramos con este libro que recoge su obra poética primera, que Jim se autopublicó en 1969 y que sedujo al mismísimo Michael McClure, uno de los pocos beats que nos quedan vivos, bestia inmensa de la poesía.

La antología está dividida en dos partes. En la primera, The Lords (Notes on Vision) Morrison expone su visión del mundo moderno a través de un entramado de imágenes y asociaciones de ideas que evocan lo instintivo, lo irracional. Entre estas visiones sobre su percepción de las verdades inmanentes del mundo, buscará la esencia social del teatro y el cine, relacionándolos con la magia de los chamanes, con lo más primitivo del ser humano. El vouyerismo como modus vivendi, los roles de actor y espectador en la sociedad, el papel de la televisión en la domesticación humana y todo aquello que subyace a las impresiones superficiales de la realidad y que conforma nuestra existencia será pasto de su prosa poética. Estos textos, muchos de ellos bastante crípticos, probablemente nacieran en sus años de estudiante de cine en la Universidad de Florida, carrera que terminó pero de la que posteriormente se desentendió.

En The New Creatures la poesía pura se vuelve aún más huraña y evocadora. El mito, la leyenda, la religión, el sexo, el horror, la naturaleza, la muerte. Todo aquello que interpretaba en directo, que invocaba sobre el escenario ante las masas, convertido él mismo en chamán y sirviéndose de música, gesto y palabra, se transforma aquí en mensaje en clave, en enigma. En santo y seña para poder cruzar el umbral y llegar… al otro lado, claro.

The Lords & The New Creatures
Jim Morrison: The Lords & The New Creatures
Editorial: Simon & Schuster
Páginas: 141
Año: 1987

* Urgencia de hacer las paces con el «Afuera» / absorviéndolo, interiorizándolo. Yo no saldré / tú debes entrar dentro de mí. Dentro de mi útero-jardín / desde el que yo miro hacia afuera. Donde puedo construir un universo / dentro del cráneo, que rivalice con lo real.

Paul Gauguin: Escritos de un salvaje

Paul Gauguin

Paul Gauguin, posando con gran naturalidad

«Yo soy un artista y tú tienes razón, no estás loca, soy un gran artista y lo sé. Y precisamente por eso es por lo que he tenido que soportar tantos sufrimientos. Por seguir mi camino: si no, me consideraría un pillo. Que, por otra parte, es lo que soy para mucha gente. (…) Dices que me equivoco permaneciendo alejado del centro artístico. No es así, tengo razón: hace tiempo que sé lo que hago y por qué lo hago. Mi centro artístico está en mi cerebro y no en otra parte y soy grande porque jamás me he desviado por los demás». Carta a su esposa Mette. Tahití, marzo de 1892.

Libro fundamental para los amantes del arte, del posimpresionismo y, por supuesto, de Gauguin, pero también muy recomendable para los que disfrutéis con las novelas de aventuras y las biografías excéntricas. En Escritos de un salvaje se compilan cartas que Gauguin escribió tanto a su esposa Mette como a colegas pintores y literatos (Bernard, Monfreid, Van Gogh, Sérusier, Redon), desde su exilio voluntario en Tahití y las islas Marquesas. También contiene narraciones delirantes sobre sus expediciones por las islas, sus relaciones con los nativos (sobre todo con las nativas), interesantes reflexiones sobre el arte, tanto el clásico como el de su época, y diatribas contra los críticos que, por aquel entonces, aún se burlaban de sus cuadros en París.

Siempre desde su epicentro ególatra y sumamente inestable, Gauguin, como buena fuerza de la naturaleza, despotrica, hace temblar la tierra y escupe fuego, pero se extingue minutos después al ver que la cruda realidad sigue ahí: su obra no es comprendida y a duras penas le da suficientes ingresos como para sobrevivir. A esto hay que sumarle la batalla que declara a las autoridades colonialistas de las islas, a quienes culpa de la desaparición y europeización de su paraíso (ya perdido desde mucho antes de que él llegara).

Habitualmente deprimido y resentido, alterna periodos de euforia creativa con impases de inactividad total, derrumbamiento y enfermedad. Pese a todo esto, Gauguin sigue levantándose una y otra vez, y logra el objetivo que con tanta desesperación busca: hacer de sí mismo una leyenda a través de su vida y de una obra pictórica que revolucionará el arte de principios del siglo XX. Sobre lo sufrido para llegar a ello trata este libro, desmontando sin compasión el mito del buen salvaje que el mismo Gauguin quiso venderle a la posteridad, a saber, el del artista que pasa sus días entregado al arte, al amor y a comer cocos en una magnífica cabaña frente a las aguas turquesas del Pacífico.

Escritos de un salvaje, de Paul Gauguin
Paul Gauguin: Escritos de un salvaje

Editorial: Akal
Páginas: 274
Año: 2010

Vaca #2: El Pabellón de Oro, de Yukio Mishima

Yukio Mishima

Yukio Mishima y el gato que le traía el periódico

Principales motivos por los que El Pabellón de Oro (Kinkakuji) puede mugir a sus anchas entre nuestra manada de Vacas sagradas:

  • La consistencia de Mizoguchi, el protagonista perturbado y obsesivo de la historia, inspirado en la figura de un joven novicio japonés cuya gesta Mishima leyó en los periódicos y quiso recrear en esta novela. De hecho, tan bien logrado está que incluso se ha utilizado como modelo para el estudio de un caso clínico de neurosis.
  • La voz que el autor le va fabricando, partiendo de un mundo interior en el que Mizoguchi se confina, autoanaliza y consume. Paradójicamente, esta voz, persuasiva y poética en el monólogo interior, es la de un tartamudo frustrado por su incapacidad de expresarse y conectar con el mundo externo.
  • La brillantez de su obsesión con el Pabellón de Oro, que se interpone constantemente entre él y el mundo dando lugar a descripciones de una belleza cristalina. Mishima es un maestro del lenguaje y aquí utilizará la visión distorsionada de su protagonista para invocar a través de él unas imágenes de insólita fuerza.
  • El vaivén entre el universo interior de Mizoguchi y la realidad externa, alternando soliloquios filosóficos con escenas casi cinematográficas en las que aprovecha todas las ventajas de la narración en primera persona para comprometernos con lo que está sucediendo. Estamos siempre dentro de las situaciones, a veces en contra de nuestra propia voluntad, y lo peor de todo es que nos gusta.
  • Los diferentes posicionamientos ante la vida que se dan en la novela y que la dotan de profundidad psicológica: desde el nihilismo existencial de Kashiwagi, uno de los amigos de Mizoguchi, a la actitud vital y optimista de su alter ego invertido, Tsurukawa, o la posición intermedia del propio Mizoguchi, más cercano al primero si bien menos destructivo. El choque e interacción entre estas posiciones provoca reflexiones muy interesantes, que tendrán presencia casi central en el libro sin desviar el foco de la trama. Esto es complicadísimo de hacer y Mishima lo consigue por demás.
  • El reflejo de los rígidos pilares de la sociedad japonesa del momento (años cincuenta, pagando los platos rotos de la Segunda Guerra Mundial). Pese a su tradicionalismo recalcitrante, Mishima critica aquí la presión que ejercen las figuras de poder (el padre, los superiores, la sociedad como ente) sobre los jóvenes de la época, presión que en este caso propicia el desarrollo del desequilibrio mental del protagonista.

Por pedir, que no quede. Mejoraríamos…

  • Quizás, de cambiar algo, que no hace falta, podría replantearse el final. Porque Mishima, después de entretenerse con paciencia de estratega en ir colocando todas las piezas poco a poco en el lugar adecuado para llevarnos a un final inevitable y esplendoroso, después de tanta elaboración y paciencia, de repente mete la quinta, todo se acelera y ¡zasca! ya se ha acabado el libro y tu ni te has enterado. Parece que pretenda reflejar de esta manera el frenetismo de la acción final, de sumergirnos en lo que está ocurriendo en ese mismo instante, pero deja una sensación de final de sopetón y guantazo importante. Cosa que, por otro lado, no está nada mal.

Por cierto: Lectores que leáis en catalán, es pero que muy recomendable la traducción de Ko Tazawa y Joaquim Pijoan que publica Amsterdam Llibres. Lectores que leáis en castellano, la edición de Seix Barral con traducción de Juan Marsé no se le queda corta.

Lev Tolstói: Diarios (1847-1894)

Lev Tolstói Diarios Acantilado«Una plegaria: Líbrame Señor de la vanidad, de la indecisión, de la pereza, de la lujuria, de la enfermedad y del desasosiego mental». En esta oración inventada por él mismo, Tolstói resume la constante que lo perseguirá a lo largo de su juventud y madurez: la voluntad de dominar lo que él considerará sus peores vicios, es decir, su adicción al juego, a las mujeres, la pereza y su dificultad en las relaciones con los demás. Con la obsesión de convertirse en mejor persona y el objetivo vital de hacer el bien común, durante casi cincuenta años irá registrando meticulosamente todas sus actividades y reflexiones, así como los procesos de creación de sus obras. Autoconsciente y autoexigente en extremo, tras analizarse Tolstói se impondrá una cantidad ingente de reglas para corregir su conducta, que no logrará seguir por ser demasiado elevadas y poco realistas. Uno de los momentos más emocionantes de la lectura llega cuando empezamos a descubrir claros paralelos entre el autor y varios de los personajes de sus novelas y cuentos, descarados en el caso de Levin en Anna Karénina. Como Tolstói, Levin es un aristócrata terrateniente entregado a sus ideales de mejora de la sociedad rusa, cultivado y dado al estudio, a la escritura y a la filosofía. Como Levin, Tolstói posee otra cara más oscura, un temperamento volátil y visceral, intenso en todo lo que hace y bastante brusco a la hora de tratar con la alta sociedad o la propia familia. En la presente edición de sus diarios, Tolstói – Levin se convierte en espejo de nuestras debilidades y deseos más íntimos, seduciendo al lector desde la primera página con sus sabias observaciones, la nobleza de sus intenciones y la sinceridad con la que confiesa no haberlas podido cumplir. Ahora ya sabemos de dónde proviene la clarividencia de Tolstói a la hora de diseccionar la psique y el alma humanas. Clarividencia que lo encumbró, como él mismo anhelaba y se reprochaba anhelar, entre las figuras más importantes de la literatura universal.

***

Lev Tolstói: Diarios (1847-1894)
Editorial: Acantilado
Páginas: 505
Año: 2002
Edición y traducción: Selma Ancira